Tenía mucho interés en ver esta exposición; por una parte, para contemplar un conjunto muy completo de sus obras de diferentes épocas, y por otra, para obligarme en cierto modo a clarificar -y expresar- mi propio punto de vista sobre el artista.
Que Hirst es un artista polémico y provocador no lo duda nadie; sus obras, su repercusión mediática, sus entusiastas defensores, sus intransigentes detractores, los imposibles precios que alcanzan sus obras, la forma en que, contra viento y marea, ha roto las reglas de mercado, estableciendo las suyas…, todo apunta en la dirección de la polémica. El mismo Hirst declara: “La vida y la muerte son las mayores contradicciones que existen, me gusta el amor y me gusta el odio, me gustan las contradicciones; dentro y fuera, feliz y triste… en mis obras siempre intento decir algo y negarlo al mismo tiempo”. No cabe duda, si Hirst se encuentra como pez en el agua creando y alimentando esa dualidad, ¡cómo no van a ser polemicos él y su obra!
Antes de comentar la exposición, me parece interesante opinar sobre algunas cuestiones tan polémicas como la propia obra de Hirst y que están en los comentarios y opiniones de mucha gente: ¿Es Hirst un artista o un farsante y embaucador?, ¿formarán sus obras parte de la historia del arte del siglo XX/XXI , o serán totalmente olvidadas?, ¿Podrán mantener su enorme valor? Contestar a estas preguntas significa comprometerse, mucha gente ya lo ha hecho y un gran número de personas, alguna de enorme relevancia en el mundo de las artes literarias (Vargas Llosa, El honesto embaucador), consideran que Hirst no es un artista y que sus obras rondan la tomadura de pelo, algunos, Vargas Llosa entre ellos, lo expresan con tanta acritud y pasión descalificadora como provocadoras son las obras de Hirst; casi parece una estricta aplicación de la ley del Talión “ojo por ojo y diente por diente”.
Cuando pensé en un título para la sección de Arte Moderno y Contemporáneo de la Web de la Colección Valzuela, opté por la expresión “La aventura de la libertad“, intentaba decir que la expresión artística debía ser totalmente libre, carente de corsés, de ideas preconcebidas, de dogmatismos…, quería expresar que la creación plástica era una verdadera aventura, donde la ruptura podía y debía estar presente, donde el lenguaje empleado podría avanzar tanto que nos sorprendiese y que inicialmente lo rechazásemos, me parecía que muchas veces la realidad de la obra artística iría claramente por delante de nosotros.
En realidad no estaba diciendo nada nuevo, era repetir la constatación de la realidad de la evolución de la historia de las artes plásticas, ¿o es que ya hemos olvidado que a los impresionistas se les insultó en su época?, ¿que tuvo que pasar mucho tiempo para que artistas como Van Gogh, Modiglani y un largo etcétera, en el que incluso podríamos incluir a Picasso, fuesen reconocidos y apreciados fuera de los círculos artísticos? ¿Y no nos acordamos de las obras de aquellos artistas que nosotros mismos rechazábamos tajantemente hace unos cuantos años y ahora nos parecen fantásticos? ¿Qué ha pasado? Pues a mi juicio ha pasado lo mismo que ha pasado desde el principio de los tiempos y lo mismo que, con toda probabilidad, seguirá pasando: que la creación plástica, afortunadamente, va por delante de nosotros y que el tiempo es posiblemente el único juez imparcial que acostumbra a dejar clara, y también a revisar, su opinión.
Pues sí, personalmente creo que Hirst es un verdadero artista, absolutamente provocador pero artista, que partiendo de reflexiones nada novedosas (la muerte, el ciclo de la vida, la fragilidad, el cuerpo humano…) las expresa a veces con un lenguaje tradicional pero casi siempre con uno diferente, nuevo y provocador. Algunas de sus obras forman ya parte de la historia del arte contemporáneo y mi personal, y por supuesto discutible, opinión es que creo que el tiempo las ratificará, a pesar de lo efímero de algunas de ellas. En cuanto al valor de sus obras, la sociedad contemporánea nos tiene acostumbrada a valorar brutalmente, lo único, lo sorprendente, lo notorio, lo exclusivo, lo popular… y me parece que así seguirá pasando, básicamente, con las principales obras de Hirst.
Al entrar en la exposición, veíamos los primeros, y para mí atractivos, trabajos, nada provocativos por cierto, que incluyen las reconocibles pinturas de puntos de colores (Spot Paintings) que tienen su origen en el intento de encontrar una estructura en la que Hirst pudiese controlar el color sin que el color controlase su obra, y que se han convertido casi en la marca Hirst, y la serie Boxes con evidente influencia de los minimalistas americanos.
En las siguientes salas se exponían los primeros armarios de medicinas (Medicine Cabinets), realizados a finales de los 80 y en los que se ven, perfectamente organizados, remedios para diversas dolencias y partes del cuerpo humano, en lo que parece ser una forma de representar la fe de muchas personas en la medicina moderna y también una forma de visualizar el cuerpo humano y sus diversas partes y órganos. Algunos de ellos están titulados con las canciones del álbum “Never Mind the Bollocks” de los Sex Pistols.
Una gran vitrina de cristal contenía una de las obras más brutales de la exposición (A Thousand Years 1990): una cabeza de vaca putrefacta rodeada de miles de moscas vivas, que continúan el ciclo de la vida depositando sus huevos, y otras tantas muertas, electrocutadas por un sistema anti-insectos, que finalizan su ciclo vital. Hirst aplica su principio de incorporar objetos reales llenando una limpia y minimalista vitrina con la suciedad de la materia orgánica asociada a la vida y a la muerte, y reproduciendo, sin control humano, el nacimiento, el desarrollo y la muerte.
Hay una buena representación de obras de la serie de Historia Natural, basada en animales conservados en líquidos. Comienza con las primeras obras de diferentes peces “Isolated Elements Swimming in the Same Direction for the purpose of Understanding (Left) and ( Right), 1991″, de corderos, “Away from the Flock, 1994″, “Black Sheep, 2007″, de terneros ” Mother and Child Divided, 1993″ y de tiburones “The Phisical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living, 1991″. En estas series, Hirst recuerda sus años en Leeds, donde asistía en el mismo edificio del museo de su ciudad a exposiciones de historia natural y de arte. En la serie de tiburones, Hirst materializa una idea que escribió siendo estudiante y que consistía en provocar miedo en el espectador al pensar que está en el mismo espacio que un tiburón.
Además de los armarios de medicamentos, Hirst realizó vitrinas conteniendo objetos presentados como muestras de museo, con Cigarrillos “Dead Ends Died Out, Examined 1993″, Conchas, Instrumentos quirúrgicos, pildoras “Lullaby the seasons, 2002″, Diamantes, etc. que pueden verse en la exposición. Personalmente, las de píldoras y diamantes me resultaron atractivas y especialmente plásticas.
La serie de pinturas circulares, “Spin Paintings”, realizadas mecánicamente con esmalte y con las que el artista pretende materializar una especie de celebración, al azar, del color, me parecen menos interesantes.
Dos salas también polémicas, las que contienen lienzos blancos donde algunas mariposas, que nacen y viven en las salas, revolotean entre los asistentes, y otras han quedado pegadas a ellos. Nuevamente la dualidad, de la vida, la muerte, la belleza, el horror…
Sin dejar las mariposas, esta vez como símbolo de belleza y de fragilidad de la vida, Hirst realiza minuciosas y delicadas obras con sus alas y cuerpos, recordando vidrieras medievales “Doorway to the Kingdom of Heaven, 2007″ y “Sympathy in White Major- Absolution II, 2006″. Casi parece mentira que estas almibaradas obras las haya hecho el mismo autor de otras tan brutales y provocadoras.
No quiero acabar sin citar dos obras sorprendentes e interesantes; “The incomplete Truth, 2006″, una paloma suspendida en formaldehído que parece volar y se asemeja a la iconografía cristiana del Espíritu Santo, del Mensajero de la Paz… y “For the Love of God, 2007″, una calavera humana revestida de 8.601 diamantes, con uno de tamaño excepcional en la frente y que fue vendida por 74 millones €, aunque luego se supo que el propio Hirst participó en el consorcio que compró la obra.
Estoy seguro que se seguirá hablando mucho de Hirst, a algunos les parecerá interesante, les gustará y defenderán su obra, a otros- quizás en mayor número- les disgustará, no lo valorarán e incluso pensarán que eso no arte, y por último habrá también quienes -espero que los menos- se enrocarán en su arrogancia para descalificarle e intentar, a toda costa, que todo el mundo tenga su misma opinión. Pienso que en el mundo del arte, es siempre el tiempo y el mercado los que acaban decidiendo… y hoy por hoy, gana Hirst.
(La exposición ha terminado, pero tendrás más oportunidades de ver la obra del polémico Damien Hirst. Aunque seas crítico con su obra, si puedes, debes verla. Confirmarás o cambiarás tu propio punto de vista, que es lo importante).
Spot Painting, 1991
Boxes, 1988
Medicine Cabinet, 1989
A Thousand Years, 1990
Isolated Elements Swimming in the Same Direction for the Purpose of Understanding, (right), 1991
Away from the Flock, 1994
Black Sheep, 2007
Mother and Child Divided original, 1993
The Physical impossibility of Death in the Mind of Someone Living, 1991
Deads Ends Died Out, Examined, 1993
Lullaby, the Seasons, 2002
Spin Painting
Doorway to the Kingdom of Heaven, 2007
Simpathy in White Major-Absolution II, 2006
The Incomplete Truth, 2006
For the love of God, 2007